Intervención 53
Los pájaros

La noche del 5 de enero es mágica en algunas culturas para todas las edades.
La llegada de los Reyes Magos recuerda los regalos que la vida pone a disposición de todos como premio del amor generoso que salpica el alrededor.
¿Quién no ha escrito esas cartas a sus Majestades para concretar deseos personales?
Una gran fiesta de ilusión y de sorpresas: ¿Qué traerán?
Pero este año traía una peculiaridad.
Sus Majestades recibieron una carta, cuyos remitentes eran los niños, que solicitaban para compartir el famoso juguete más interactivo de las antiguas y nuevas tecnologías. Nadie lo podría igualar y seguirá sin competencia a través de generaciones.
Los Magos, que todo lo saben, sabían bien el juguete que los niños deseaban. Lo tenían preparado para cargar.
Vendrían cargados de historias.
Porque las historias es el famoso juguete que regala imágenes, palabras, ideas, sonrisas y risas, sueños, conocimientos, sentimientos, hábitos, creatividad, pasado, presente y futuro…
Un buen narrador, que selecciona el material y tiempo para compartir hablan de su gran riqueza en interactividad.
Pues aquí viene una historia
Los pájaros, volando, volando, como la imaginación, reparten y comparten su riqueza con quien se encuentran en su caminar.
Los pájaros del Bosque Oeste
Había una vez allá…
en los Bosques del Oeste,
dos bellas especies de pájaros
en color y costumbres diferentes.
Unos tenían el plumaje
del color de las hojas en primavera…
Otros tenían su cuerpo
del color que da el otoño
cuando la hoja no es nueva…
Pues bien, nuestros pájaros verdes,
con el primer rayo del sol,
despertaban de sus nidos…
agitaban bien sus alas…
y con impulso volaban,
dispuestos a rebuscar
un grano, insecto o semilla
para su hambre saciar.
Los verdes volaban juntos.
Picaban aquí y allá,
y siempre volvían al nido
sujetando con su pico
un de comida
para en su almacén guardar.
Porque vendrían días malos.
de lluvia, viento y granizo
y entonces sería difícil
salir del nido a buscar.
Nuestros pájaros marrones
despertaban perezosos…
Levantaban un poco el ala…
y se frotaban los ojos…
Volaban desordenados,
apretándose unos a otros.
Cuando unos veían un grano,
el mismo que otro había visto,
se enzarzaban en peleas
quitándoselo con los picos.
Y cuando volvían al nido,
unos volvían cargados
y otros siempre de vacío:
“Ya comeré yo otro día -decían-
de lo que otros han traído”.
Llegaron los días malos
y nadie salía del nido.
Los pájaros verdes, entonces,
cogían de su almacén
los granitos recogidos.
“Sólo uno cada uno -decían-
no cojáis ni dos ni tres
porque si mañana es malo el día
no tendremos qué comer”.
Y todos así lo hacían,
cumpliendo con su deber.
Pero los pájaros marrones,
en esos días más malos,
unos se levantaban corriendo
a picotear del almacén
lo que les pidiera el buche.
Cuando llegaban los otros,
allí no quedaba nada.
¿Qué harían al día siguiente
si el tiempo no les cambiaba?
Entonces…
se enzarzaban en peleas,
se atacaban con el pico
y arremetían furiosos
los unos contra los otros.
Al fin se retiraban al nido
agotados de pelear,
por no haber comido nada
o enfermos de tanto comido.
Por si les faltara algo…
su almacén… todo vacío.
El día siguiente…
¿Cómo sería?… ¿malo o bueno?…
El día siguiente fue bueno
y nuestros pájaros verdes
salieron muy de mañana
para llenar el almacén,
por si el tiempo les cambiaba.
Nuestros pájaros marrones
no pudieron madrugar,
por trasnochar en disputas
y porque se encontraban mal.
Y cuando quisieron buscar
algún que otro granito,
ya no quedaba de nada:
los pájaros verdes, más afanosos,
todo lo habían cogido.
Pasó otro día y …
el tiempo otra vez cambió
y el siguiente, también fue malo,
y el otro todavía peor.
Los pájaros marrones…
¿tenían para comer?…
¿Qué harían ellos ahora?…
¿Y si hablaran con los verdes?…
¿Dónde está la solución?…
Y los pájaros marrones volaron
y con los verdes hablaron:
“Pájaros verdes,
¿Podéis compartir vuestra comida con nosotros?”
Los pájaros verdes les pusieron en el pico
a cada uno un granito
y cuando ya se lo comieron dijeron:
“Si queréis comer toda vuestra vida
quedaos con nosotros
y compartid también el trabajo día a día”
Y colorín colorado…
¡Mirad todos hacia arriba!
¿No veis una bandada de pájaros verdimarrones
volando allá en lo alto?
¡Vamos a saludarlos!…