Intervención 47
Vacaciones con cuentos

¿Vacaciones como docentes?… Un espacio para desconectar de ese “pan nuestro de cada día”, tregua para respirar y reponer pilas frente a la próxima etapa cuya vocación exige seguir aprendiendo más para enseñar mejor.
¿Vacaciones como padres?… Nunca. Ese “pan que nos alimenta cada día” y ahora nos regala más tiempo y ocasión de dedicación a los hijos para seguir cuidando un presente que afianza futuro.
Y siempre, desde la más tierna edad, construyendo hábitos.
¿Construimos futuro desde la cuna?
Lo construimos desde el gran trípode educativo: Higiene, Orden y Obediencia y hay que añadir sin falta uno más: el Placer de Leer porque hay que despertar al Pensamiento, la gran base que sustenta operaciones. La lectura garantiza la capacidad crítica y constructiva.
Por eso en estos días de Vacaciones vamos a cuidar la Hora del cuento de los más pequeños. Historias de repertorio oral, personal o tradicional, cuentos mínimos con introducción, nudo y desenlace, que memorizados, aderezados con vuestras propia palabras y bien interpretados van a configurar la memoria de todos los tiempos y serán válidos para trasmitir a generaciones. Lo aprendido en la cuna para el olvido no llega nunca.
Dicen que los cuentos nacieron para enseñar la vida y dormir a los niños.
¿No será que los cuentos nacieron para despertar a los padres y recordar que los acompañen hasta esa hora clave de dormir cuando tanto los reclaman?
Unas lecturas mínimas como recurso para los peques que tendréis que intentar contar y repetir siempre con las mismas palabras, porque si las cambiáis, oiréis: “Así no es”. ¿Será porque memorizan lo que les interesa?
EL dragón Regadera
Esta es la historia de un dragón que no era como los demás dragones. En lugar de echar fuego, echaba agua por su boca. Por eso lo llamaban Regadera. A Regadera le hubiera gustado poder sacar fuego, como hacían sus amigos.
Un día en que los dragones de la ciudad se fueron de paseo, Regadera se quedó triste y solo, sentado al borde del camino.
– ¿Qué te sucede? –le preguntó una niña que pasaba por allí.
– No puedo echar fuego. Sólo echo agua.
– ¿Por eso estás tan triste?
– Sí, porque no tengo trabajo. No sirvo para nada.
– No te preocupes –dijo la niña– hablaré con mis amigos y veremos cómo podemos ayudarte.
La niña llevó a Regadera a su ciudad y lo presentó a Pepa, Juan y Marta. ¿Cómo le podrían ayudar?…
Pronto decidieron qué hacer con a este pequeño dragón.
– Con el calor que hace puede bañarnos a todos como si fuera una ducha –dijo Pepa.
– ¡Claro que sí! –dijo Juan–. También puede ayudar a los bomberos a apagar el fuego.
– Y a regar las flores del parque –exclamó Marta.
Regadera se sintió muy feliz. Desde entonces trabaja en aquella ciudad y está muy contento porque ve que sirve para muchas cosas.
Adaptación de un cuento popularizado en las aulas de Infantil de la DGE Dirección General de Escuelas.
La liebre y la tortuga
Había una vez una liebre muy vanidosa que presumía de lo rápido que podía correr.
Como todos estaban muy aburridos, la tortuga preguntó:
–¿Por qué no hacemos una carrera y lo demuestras?
–¿Tú y yo?, ¡Ja,Ja,ja! –se rio la liebre–. Debes bromear. ¡Claro que sí!
Todos los animales del bosque se reunieron para presenciar la carrera.
–¡Preparados para empezar! –gritó el oso.
La liebre salió corriendo más rápido que nunca para impresionar a todos. Miró hacia atrás y vio que la tortuga estaba a lo lejos y venia lenta, muy lenta. Decidió descansar un poco a la sombra de un árbol. Tenía tiempo y se durmió.
Mientras tanto, la tortuga, pasito a pasito, caminó hasta la meta sin detenerse y cuando llegó todos los animales gritaron y aplaudieron.
–¡Muy bien, tortuga! ¡Has ganado la carrera!
Tanto clamor despertó a la liebre que no se lo podía creer:
–¡Me ha ganado la tortuga!
¿Por qué será?…
Adaptación de una fábula de Esopo rescatada desde la antigüedad clásica griega
El cuento de Ratapón
El conejo Ratapón vivía con su mamá Colicorta en una madriguera.
Cuando Colicorta iba a buscar comida decía a Ratapón:
–Ratapón, no salgas de la madriguera, hay muchos peligros.
–Sí, mamá –contestaba Ratapón.
Un día pasó un perro grande y ladró: ”¡Guau, guau!”. ¿Quién sería?. Y Ratapón no movió ni pie ni pata.
Luego llegó un gato maullando: “¡Miau, miau!”. Y Ratapón no movió ni pie ni pata.
Pero, de pronto oyó: “¡Shiii,shiii!”. ¿Qué animal será ese? –pensó.
Ratapón sacó la cabeza y cuando vio a la enorme serpiente que lo cogía de las orejitas gritó:
–Mamá, mamá!
Y su mamá vino corriendo, arañó y golpeó a la serpiente hasta que soltó a su hijito.
–¡Venga, Ratapón, ahora corre mucho!. Y corriendo, corriendo mucho escaparon.
Cuando llegaron a la madriguera, Mamá Colicorta dijo: ”¿Lo ves Ratapón?”.
–Sí, mamá –contestó su hijito abrazándola.
Adaptación de un cuento de Sara C. Bryant de su libro “El arte de contar cuentos”