12. ¿Para qué sirve la escritura?
¿Para qué sirve la escritura?
Actividad 1

El acto de escribir no supone saber representar gráficamente un lenguaje predeterminado por la oralidad y correspondido por signos arbitrarios.
Para enseñar a escribir a un niño no se necesitan especialistas del mismo modo que para aprender a leer. En nuestra generación abuelos y padres se encargaron de esa gran misión. El paso del sonido a la grafía se realiza simultáneamente copiándolo sobre un papel el signo que lo singulariza y que solo la constancia asegura su puesto en la memoria y el propio esmero garantiza la precisión sobre el papel.
La misión del docente no empieza y termina en enseñar a copiar en un papel los signos de los sonidos articulados en palabras completas. Para ello sobran a veces los estudios de grado. La misión del docente es despertar “el placer de escribir” y ese aspecto lo entiende muy bien quien al leer un texto sabe reconocer que el autor sabe manejar el mundo de las palabras, se complace en jugar con ellas y lo aplica al expresar el mundo de sus ideas.
Escribir es “el acto supremo de la comunicación”. Un texto es un diálogo interiorizado en el que su expresión en palabras ofrece y plantea cuestiones y respuestas al pensamiento de quien lo lee. Como consecuencia despertar “el placer de escribir” debe ser simultaneo al “placer de leer” y se puede entrenar en el momento que un niño ya maneja el mundo de la escritura y empiezan a aventurarse en el mundo de la redacción.
Después de esta introducción al mundo de las palabras escritas, pasamos a la práctica diaria, al día a día de un curso escolar en cualquier etapa y nivel de su ciclo educativo, adaptando la exposición a sus capacidades de comprensión y siempre desde un planteamiento interactivo.
Actividad 1
Primera Actividad ¿Para qué sirve la escritura?
El trabajo del docente no se ciñe a concretar conocimientos sino a ofrecer condiciones para que el alumno los haga suyos, animándole a participar en la experiencia como protagonista, no como espectador y oyente de una mera exposición y explicación del tema. Al reclamar su intervención ese alumno se convierte así en sujeto activo del aprendizaje y puede motivarse a intentar relacionar esos conocimientos, vinculándolos y recurriendo a los que ya poseen.
A veces, nuestras aulas están llenas de alumnos con caras largas, que miran hipnotizados a los ojos del profesor de turno sin llegar a escuchar ni entender lo que dice. Ocurre cuando convertimos a nuestros “oyentes” en sujetos pacientes de una enseñanza y no en sujetos activos de la misma y entonces no existe comunicación.
Pasamos a la acción y reclamamos la participación total del aula
En el centro de la pizarra escribimos la palabra
“Escribir” ¿Para qué escribimos?
Con la metodología de “lluvia de ideas” los alumnos pueden lanzar las suyas propias para contestar a la pregunta:
Para resumir apuntes
Para anotar información
Para hacer exámenes
Para rellenar impresos
Para desahogarnos sobre el papel
Para enviar WatsApp
Para crear e inventar…
Las respuestas pueden variar dependiendo de la edad y nivel de los alumnos interrogados.
Contestando a estas respuestas, en líneas generales, ya podemos concretar para qué utilizamos la escritura:
• Como medio de comunicación, ¿por ejemplo?… correspondencia, contacto con padres, actividades semanales de centros, circulares, reuniones.
• Como medio de expresión, ¿por ejemplo?… vivencias personales, opiniones, diarios, estados emocionales, trabajos escolares.
• Como forma de documentación, ¿por ejemplo?… diccionarios, guías, mapas, catálogos.
• Como fuente de placer, ¿por ejemplo?… textos literarios.
De ahí salen los diferentes tipos de escritura:
• Personal, como… diarios, listas, agendas.
• Funcional, como… solicitudes, formularios.
• Creativa, como… poemas, cuentos, chistes, canciones, historias.
• Expositiva, como… exámenes, trabajos, periódicos, noticias, cartas.
• Persuasiva, como… anuncios, publicidad, peticiones.
Según estos distintos tipos de escritura, nos vamos a enfrentar a un tipo de texto diferente. Pero ¿sabemos reconocer y clasificar los textos a pesar de que estamos en contacto continuo con ellos?…
Como resultado, en el juego del uso de los textos, intención y utilización, nacen las diversas tipologías textuales:
Textos narrativos, descriptivos, conversacionales, argumentativos, predictivos, instructivos y retóricos. (Daniel Cassany. Enseñar lengua)
Ellos nos ayudan a expresarnos por escrito y dar respuesta a las cuestiones universales y personales de nuestro tiempo.
Ana Teberosky (Aprendiendo a escribir) recomienda su uso desde la etapa de Educación Infantil.
En su momento practicaremos el modo de trabajarlos individualmente con sus respectivas actividades y de una manera lúdica y participativa.
Todo un reto adoptar ciertos comportamientos estratégicos, que hablan de la tan usada palabra “interactividad”, para implicar a nuestros oyentes en la tarea de hacerles descubrir que tienen más idea de lo que creen en muchos aspectos de su formación pedagógica. Solo falta intentar ordenarlos entre todos.
Cuando uno enseña, aprende y cuando hacemos sentir al alumno que sus aportaciones individuales, autónomas y creativas son importantes y que ha sabido poner sus ideas al servicio de un aprendizaje significativo, aplicado sobre nuevos conceptos, nos convertimos en verdaderos trasmisores del saber y nos predisponemos a conseguir mejores rendimientos.
El alumno siempre nos está enseñando algo. Con su actitud denuncia nuestro hacer de cada día, con su desinterés mata la fe en la enseñanza y con su interés resucita la esperanza en ella.
Compartiendo intereses se hace camino.