Intervención 4

La narración oral
Hay distintas formas de entrar en el mundo del cuento de la mano de un niño pequeño.
A través de un ejemplar encuadernado, un libro, un cuento con más o menos palabras y con imágenes explícitas que acompañan a la narración o simplemente a través de la Narración oral. Este es otro principio del gran acto lector que conquista al niño.
Definimos:
La Narración oral es el arte que propicia la sociabilidad y la afectividad. (Pascuala Morote: Narración oral. Cuentacuentos)
Esta afirmación debería bastar para pregonar las excelencias de este acto.
Es todo un arte saber presentarse y ser aceptado por un exigente miembro de la sociedad infantil con un juguete excepcional, un cuento, y crear lazos de afectividad firmes, seguros y duraderos para toda una vida.
La narración oral es un acto de comunicación, tan antiguo como el hombre que dio lugar a algo tan trascendental como la Ciencia del Folklore, cuyo objetivo fue salvar del olvido siglos y siglos del saber popular en todos sus aspectos: cuentos, canciones, comidas, vestimentas, costumbres, dichos…
Así, la trasmisión oral nació y se extendió desde diversos ámbitos: en la familia, en el trabajo, en la calle y en el juego. Cantada, contada, recitada, jugada, sobreactuada y vívida ejerció el privilegio, en otro tiempo, de la mayor red social, nacida para contar la vida.
Ann Cameron, en su precioso cuento “El lugar más bonito del mundo” (Alfaguara) decía que cuando un coche pasaba por las calles de Sao Paolo y había un grupo de personas contando una historia, el coche esperaba hasta que llegaba el fin.
Desde los tiempos más arcanos, la narración oral ha sido patrimonio de ancianos, de jefes de tribus, padres de familia, chamanes que recordaban, compartían y transmitían el saber de todos los tiempos al calor de su entusiasmo como depositarios y del fuego del hogar.
Una de las grandes excelencias de este gran regalo lector es que posibilita, despierta y entrena una de las cuatro grandes macrohabilidades lingüísticas: ” Saber escuchar”.
Si no se educa el oído, no se pueden abrir bien las puertas a las otras tres macrohabilidades: saber hablar, saber leer y saber escribir.
Todo la palabra que entra por el oído y despierta el placer de ser escuchada por atrayente, graba en la memoria, se acopla casi para siempre y textual y acude presta y dispuesta a repetirla y compartirla en futuros próximos o lejanos.
Y ahí interviene la muletilla: “El que atiende entiende, el que entiende memoriza y el que memoriza aprende”. Quizá para siempre. Todos podemos convocar esos recuerdos tan gratos. Donde hubo un gran contador de historias habrá un buen lector.
Pero quien asume el papel de contador o lector asume el papel de actor.
El narrador que cuenta la historia debe trasmitir su intriga, su misterio, su miedo, su alegría, su risa, su ternura, su asombro, su paz y la voz, que modula los distintos sentimientos que aparecen, vendrá acompañada de los ojos expresivos, de las muecas del rostro, de las manos que también hablan, de los pies que le acompañan, del cuerpo que obedece, porque es un actor magistral.
El encanto que tiene para un niño escuchar un cuento de su gran narrador habitual no tiene comparación con los mejores momentos de su día a día. En la Ciencia del Folklore el narrador pierde el rostro y el nombre, pero la voz y la persona que narra al oído gozoso del niño que escucha adquiere carácter de inmortalidad. Salvará del olvido esos cuentos mil veces repetidos al son de esas palabras redichas: “Otra vez”.
Aquí tenéis un cuento cortito para leer, memorizar y contarlo después con vuestras propias palabras a los niños a partir de tres años, en momentos precisos. “El Cuento de Ratapón”
Es una reescritura y adaptación de un cuento del libro de Sara Bryant “El arte de contar cuentos”, un gran clásico de biblioteca y aula. Este es un cuento muy breve, con unos personajes conocidos, una trama muy sencilla y un final feliz que servirá para ir estrechando los lazos afectivos que despierta la narración oral.
La lectura de otros títulos del mismo libro servirán de sugerencias para adaptar un repertorio de historias para “Vuestro arte de contar cuentos”.
En ausencia total de imágenes plásticas, será la propia “imaginación” del niño la que trabaje para corporeizar protagonistas, suponer situaciones y experimentar esas sensaciones que siempre surgen y acompañan a un oyente que vive ese regalo lector. Después de escucharlo, os solicitarán muchas veces El cuento de Ratapón.
EL CUENTO DE RATAPÓN
Había una vez un conejito que vivía con su mamá en una madriguera. Se llamaba Ratapón y su mamá Colicorta.
Cuando mamá Colicorta se iba a buscar comida decía a Ratapón:
−Ratapón, veas lo que veas y oigas lo que oigas, quédate quieto y ni te muevas.
−Sí, mamá –decía Ratapón.
Un día un gato pasó cerca de la madriguera maullando: −¡Miau, miau!
Pero Ratapón no movió ni pie ni pata.
Después pasó por allí un perro ladrando: −¡Guau, guau!
Pero Ratapón no movió ni pie ni pata.
Pero, de repente, Ratapón oyó un ruidito muy raro: −¡Shisss, shiss, shiss!
−¡Es curioso! –pensó Ratapón−¿qué podrá ser?
Y Ratapón sacó la cabeza de la madriguera…
¡Allí había una serpiente espantosa! Y, de repente, la malvada serpiente agarró a Ratapón de una oreja y se enroscó alrededor de su cuerpecito. ¡Pobre Ratapón!
−¡Mamá, mamá! –gritó Ratapón.
Entonces su mamá oyó el grito, olvidó la comida y brincó y corrió como el viento a salvar a su hijito. Cuando vio a Ratapón, se echó sobre la serpiente y la arañó y arañó hasta que soltó al conejito, que rodó como una pelota.
−¡Corre, Ratapón, ahora corre mucho! –dijo su mamá.
−Sí, mamá, corro mucho.
Cuando ya estaban muy lejos, Colicorta abrazó a su hijito y dijo:
−¿Ves, Ratapón, qué ha pasado?
−Sí, mamá –contestó su hijito.
¡Fiinnnn!
La lectura de otros títulos de Sara Bryan servirán de sugerencias para adaptar un repertorio de historias para “Vuestro arte de contar cuentos”.
“El arte de contar cuentos” de Elena Fortún, es otro clásico que aporta justificaciones y recursos para ensanchar vuestra preparación para esta gran misión, porque iniciar el placer de leer no es un consejo. Es una misión que conlleva una gran responsabilidad.
En el repertorio del “gran contador de historias” en que os vais a convertir, también entran anécdotas de vuestra infancia, equivocaciones divertidas, sustos, descubrimientos… Todos las hemos vivido y duermen en el recuerdo hasta que escuchan esa voz de alarma: “Cuenta otra vez cuando…” Y de repente, te hacen el protagonista preferido de una aventura real, no fantástica, que una vez te ocurrió en tu pasado glorioso.
Un aviso: este blog se convierte en interactivo y espera de vosotros, lectores, un cuento muy sencillo y cortito para compartir con todos los que frecuentáis este espacio. “¿Qué cuento cuentas tú?”
Lo puedes mandar a través del contacto.